martes, 18 de marzo de 2014

Hola, te hablo a ti

Sí, hola, te hablo a ti, lector que nunca acudirás a tus citas, persona que nunca se parará a leer lo que hay escrito aquí. Te puedo contar esto como cualquier otra cosa, da igual, no lo leerás, por eso esta historia es para vosotros, los extraños, los sin nombre, los que cada mañana madrugan y no quieren encontrarse a nadie conocido en la renfe, en definitiva, tú, gente horrenda que no puede hacer suya la historia de otro, necio para ver la realidad desde otros ojos....
Un día radiante de sol, sol excesivo para piel tan blanca que resplandece como la nieve, tres silabas, primera, la lengua tocan mis dientes; segunda, acaricio paladar; tercera, golpe seco de despedida.
Sol en una silla de mimbre de blanco gastado.
Día radiante de sol, sol que quema hasta en nuestro reducto de liberación, compañía excelente de Bondad, si, es un nombre propio, otro nombre al que añadir junto a 3 sílabas. Allí siento nauseas previas, es lógico, aunque olvido mencionar que estoy junto a un vórtice. Se que es algo inevitable, agua y 'tila' para paliar.
Y ahora, aumenta la profundidad del campo de visión, multiplícala por 100, sentirás lo que siento. Mira una madriguera, cualquier monstruo saldrá de ahí, aunque quizá no es su día para buscar provisiones. Busca un olivo en lo alto de una cima, ahí estoy yo, observo y saludo haciendo grandes movimientos, sonriente a los coches que pasan. Uno de ellos era el tuyo, no eres tú, no,lector, esta vez no te toca pagar a ti el pato. Y no he saludado y en el fondo en ese estado de subida hacia la plenitud, has aparecido, y lo siento, pero hoy es mi día y no quiero que estés.
Suena jazz, sigo en la cumbre junto al olivo, vórtice, comprobado, mi compañero Bondad podría hablar de ello. Los colores ganan viveza, el brillo y la nitidez se intensifica.
Comienza la caminata, vagabundeos de mente y dementes vagabundeando. Vemos la jungla a lo lejos, llena de luces, hogares iluminados, chinos esclavizados en los polígonos con jornadas de 20 horas, coches aumentando la polución, semáforos radiantes que reflejan la luz a metros de distancia.
El correr, el paso del tiempo, el no tener tiempo como para admirar la belleza de la naturaleza, la vida del urbanita que no puede encontrar su reducto de libertad, no buscar el momento para hacer lo que realmente os gusta, estar esclavizados por un trabajo de mierda que os da un día a la semana para descanso (agradece si son dos) y luego ¿qué? Luego nada. Vive tus días, busca el color en cada uno de ellos, que no te queme la piel, que todo sea bronceado y busca tu reducto, cualquier persona puede, ¿cualquiera? TODO EL MUNDO debería encontrar su cumbre y olivo, y sentarse a su lado, encontrar la plenitud, saborearla y desgustarla, ¿dos horas?¿tres?¿cuatro son muchas o se debe aumentar la dosis? Quién sabe, quizá algún día se vuelva al pensamiento de que el neolítico es la solución.
Mientras tanto te cuento esto, lector que no es que llegue tarde, es que no llega. Encuentra tu páramo, que no haga falta que yo te lo diga, aunque aquí lo tengas de recordatorio.
Vuelve y mira las pupilas que tienes enfrente, es hora de regresar.

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