jueves, 19 de noviembre de 2009

La reina ciclotímica

En ocasiones todo es nada, y nada es todo, somos capaces de tomar nuestras decisiones sin que nadie nos tenga que decir lo que hacer...para mí la vida se basa en circunstancias, circunstancias que debemos aprovechar para continuar el camino o para dejarlo a un lado y buscar nuestro verdadero sendero...pero como esto no es facil te dejaré con una historia, mi cuento preferido desde hace años y que me gustaría compartir contigo:

Había una vez un reina muy poderosa que reinaba un país muy lejano. Era un buena reina. Pero tenía un problema: era una reina con dos personalidades.

Había días en que se levantaba exultante, eufórica, feliz. Ya desde la mañana, esos días aparecían como maravillosos. Los jardines de su palacio le parecían más bellos. Sus sirvientes, por algún extraño fenómeno, eran amables y eficientes esas mañanas.

En el desayuno confirmaba que se fabricaban en su reino las mejores harinas y se cosechaban los mejores frutos. Esos eran días en que la reina rebajaba los impuestos, repartía riquezas, concedía favores y legislaba por la paz y por el bienestar de los ancianos. Durante esos días, la reina accedía a todos los pedidos de sus súbditos y amigos.

Sin embargo, había también otros días. Eran días negros. Desde la mañana se daba cuenta de que hubiera preferido dormir un rato más. Pero cuando lo notaba ya era tarde y el sueño le había abandonado.

Por mucho esfuerzo que hacía, no podía comprender por qué sus sirvientes estaban de tan mal humor y ni siquiera lo atendían bien. El sol le molestaba aun más que las lluvias. La comida estaba tibia y el café demasiado frío. La idea de recibir gente en su despacho le aumentaba su dolor de cabeza.

Durante esos días, pensaba en los compromisos contraidos en otros tiempos y se asustaba pensando en cómo cumplirlos. Esos eran los días en que la reina aumentaba los impuestos, incautaba tierras, apresaba opositores.

Temerosa del futuro y del presente, perseguida por los errores del pasado, en esos días legislaba contra su pueblo y su palabra más usada era NO. Consciente de los problemas que estos cambios de humor le ocasionaban, la reina llamó a todos los sabios, magos y asesores de su reino a una reunión.

—Señores –les dijo— todos ustedes saben acerca de mis variaciones de ánimo. Todos se han beneficiado de mis euforias y han padecido mis enojos. Pero la que más padece soy yo misma que cada día estoy deshaciendo lo que hice en otro tiempo, cuando veía las cosas de otra manera.

Necesito de ustedes, señores, que trabajéis juntos para conseguir el remedio, sea brebaje o conjuro que me impida ser tan absurdamente optimista como para no ver los hechos y tan ridículamente pesimista como para oprimir y dañar a los que quiero.

Los sabios aceptaron el reto y durante semanas trabajaron en el problema. Sin embargo todas las alquimias, todos los hechizos y todas las hierbas no consiguieron encontrar la respuesta al asunto planteado. Entonces se presentaron ante la reina y le contaron su fracaso.

Esa noche la reina lloró.

A la mañana siguiente, un extraño visitante le pidió audiencia. Era un misterioso hombre de tez oscura y raída túnica que alguna vez había sido blanca.

—Majestad –dijo el hombre con una reverencia—, del lugar de donde vengo se habla de tus males y de tu dolor. He venido a traerte el remedio.

Y bajando la cabeza, acercó a la reina una cajita de cuero.La reina, entre sorprendida y esperanzada, la abrió y buscó dentro de la caja. Lo único que había era un anillo plateado.

—Gracias –dijo la reina entusiasmada— ¿es un anillo mágico?

—Por cierto lo es –respondió el viajero—, pero su magia no actúa sólo por llevarlo en tu dedo...
Todas las mañanas, apenas te levantes, deberás leer la inscripción que tiene el anillo. Y recordar esas palabras cada vez que veas el anillo en tu dedo.

La reina tomó el anillo y leyó en voz alta:

... esto también pasará...

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